Ahora
nos tocan las famosas oficinas salitreras, primero “ Santa Laura”
y recorremos sus centros fabriles; a la distancia pensaba que era
solamente un poco de cáscara, unos pocos restos que quedaban, pero
hay mucho más para descubrir; fue de verdad una industria de
esfuerzos, sacrificios y producción increíble, recorremos los
“cachuchos”, los estanques del caliche, la tremenda “torta de
ripio”, la casa de fuerza, y todo lo que la guía en una suerte de
documentada memoria nos va entregando, le agrega sabrosos comentarios
que tiene que ver con “ los enganches ” o el cómo entusiasmarte
en una pega diferente y mejor; las historia del amigo aquel que quedó
“empampado” perdido en el desierto y muchas que mi memoria aunque
entusiasta- no retuvo-descubro y declaro que es un gusto que nuestras
autoridades conserven este importante patrimonio, de que entendamos
siempre que todo cuesta en la vida, que todo significa entrega, y
trabajo y que los regalos no corren, ya que el trabajo y la pasión,
todo lo alcanza.
Y
vamos al otro capítulo…nos deleitamos con Santiago Humbestone,
sus calles tan bien dibujadas, las casas con sus piezas, cocinas y
baños, la Iglesia, el hotel, el hospital,el teatro, y la mentada
“pulpería”, el otrora supermercado, con su elaboracion de pan,
expendio de carne fresca y la confección de hielo…donde, al igual
a nuestros tiempos, no se usa el dinero, apenas la ficha de las
salitreras que imagino precursora de la moderna “tarjeta de
crédito”.
Dejo
aparte en mi relato a la Escuela; me sucedió algo increible , casi
creí escuchar el correr, gritar y jugar de los niños del
campamento; me veo de repente sentado en un pupitre, escuchando como
un niño de antaño- viviendo una pisca de las emociones que habrán
sentido los pequeños aquellos años que me parecen tan
lejanos…”estudea, estudea, para que seái algo en la vida”
Y
ahora- ohhh magia! los nombres, antes desconocidos e inubicables
ahora me suenan hasta “ familiares” : Alto Hospicio, Pozo
Almonte, Matilla, el oasis de Pica “flor en la arena”, La Tirana;
ya no es lo mismo ayer, ahora voy comprendiendo y queriendo todo esto
de mi tierra.
Siguiendo
por el desierto descubrimos el mentado y famoso oasis, la piscina
natural de “La Cocha” con aguas semitermales, con una vegetación
exuberante-da gusto zambullirce en las alegres aguas, muchos niños,
tambien mayores, los veo deleitándose de este increible regalo de
la naturaleza. Es verdaderamente “un imperdible” en esta y todas
las excursiones que alcancen por esta zona.
Descubrimos
con sorpresa el vaso de néctar de mango a $800 y el helado artesanal
es de mango, tambien rica guayaba que mi patrona- mi adorada
dormilona del avión, se repite con alegría y entusiasmo,
dibujándome una amplia y linda sonrisa: esta esquisito!.
Las salitreras nos dejan lecciones de trabajo, esfuerzo, sacrificios: todo fue posible gracias al espíritu del trabajador chileno en aquellos duros años. Tremendo recuerdo nos llevamos todos. |
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