viernes, 15 de noviembre de 2019

-Encuadernar! el negocio del siglo...


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Recuerdo con mucho cariño años atrás estando en preparatorias en el Liceo San José de Requínoa, con los padres Murialdinos, a nuestro profesor de artes manuales al que llamábamos Hermano
Valenti nos enseñó a empastar libros viejos y para eso todos los alumnos teníamos que fabricar un telar con la madera que uno encontrara en su casa y para trabajar nos juntábamos: Enrique Anguita, Ernesto Araya, Sergio Bascuñan y yo en lacasa de Anguita. Para no transportar siempre los telares los dejábamos guardados en casa del quico.
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Después de entregar los trabajos terminados (libros) en el liceo, uno de nosotros propuso
trabajar empastando libros y cobrando por cada libro y así juntar dinero tan escaso en nuestros días.. Entonces entusiasmados nos fuimos a casa del quico a retirar los telares y empezar el negocio, muy ilusionados y más interesados pero ohhh! sorpresa! los telares ya no existían, quico estaba triste en la puerta con una cara de derrotado, ¡jodimos! porque la abuela Rosa los ocupó como leña para hervir ropa terminando con el sueño y el despegue económico del grupo y el gran sueño y la posibilidad de ganar algún dinero.
Las derrotas cuando niño son terribles, pero las ganas de seguir son más grandes. ¿Onofre?

ESTEBAN ZUÑIGA A.

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