La casa propia siempre fué uno de los sueños grandes de don Guillermo. Ahora, está en su casa celestial y definitiva. Hoy lo recordamos con cariño por su empeño y dedicación. ¿SABE? me pregunta mirándome fijamente- "en mi vida siempre le hice empeño al trabajo y le puedo agregar que no fuí malo". Recuerdo que a los seis años me botó un caballo, todos corrimos a montarlo pero yo gané y contento me subí pero estos chiquillos me espantaron al caballo y caí, no hubo manera de sujetarlo. Muchos dolores con este accidente que me acompañan toda la vida, cosas de niños, pues, indica resignado. Recuerdo que entré a estudiar a los diez años, es que no se podía antes.
La casa fué un sueño grande y verdadero, empecé de a poco, los dineros no daban para hacerlo todo así que de a poquito fui juntando fierro, arena, ripio pues pensaba en construir nuestra casa pero de ladrillo, lo que era curioso en aquellos tiempos que todo era de adobe. La peluquería me significaban cien mil pesos al mes y empezamos ya que casi me empujaban para subir y había que partir; colaboré con lo que pude: las cadenas, enfierrado, lo que no podía el maestro me lo terminaba, después la madera, todo, por mis propias manos haciendo casi todo y ya tenía cuatro estudiantes y no tuve ayuda posible así que apechugar como fuera.
En aquellos tiempos era todavía muy diferente, para lograr el plano opté por un profesional en Rancagua, para hacer mejor las cosas pero más de un problema tuve ya que el funcionario a cargo decía para qué un plano para un pueblo tan chico, así no más. Siempre me decía hay que hacer las cosas que corresponden y cumplir con ellas".
-Lo veo tan bien que no representa la edad que registra, aunque me agrega "a estas alturas ya duele todo, los ojos, la garganta, el cuello, las piernas". Es un conversador infatigable, mente perfecta , buena voz. Lo veo muy bien a pesar de su años y que es un record de los conocidos de este pueblo que recordamos siempre. Allí está con su camisa rayada, una chaquetilla sin mangas y su bastón que lo acompaña. Entusiasta. Tanto que el tiempo se nos hizo corto Agrega con naturalidad "yo no dejé nunca de hacer algo". Estuvo en la organización del gremio y activo colaborador, muy entusiasta .
Tiempos...¡ como han cambiado!- ayer había fiestas primaverales. "Vitrolita" osea el Nano llevaba monos en un avión provocando la algarabía de muchos. Había trabajo, creatividad, entusiasmo y alegría. Para que recordar las presentaciones Antonio Prieto, Los "Guastecos del sur", Monicaco y una larga lista. Tiempos preciosos que no volverán.
El hermano Tapia era el fotógrafo y mi hermano Pedro también, había mercado para todos.
Hoy día " ni miran a los viejos", somos los olvidados de estos tiempos modernos. Las calles repletas de autos, gente de afuera en todos lados. Parece una merma de valores, y tantas cosas que recuerdo.
Atisbo que "hay movimientos en la cocina" y comprendo que ha llegado la hora de su almuerzo y comienzo a despedirme. No quiero que se ponga de pie pero no acepta, se apoya en su bastón, se despide efusivamente y sonriendo agrega: "usted venga cuando quiera, las puertas están abiertas".
Encontrándome fuera de la región nos avisan de su partida, la definitiva, la última. Elevamos una oración por este señor que nos regaló esta oportunidad única de despedirse (tal como Mary nos advirtió antes de la conversación que más que hablar fui de verdad a escuchar).-
Gracias a su familia por su testimonio, historias y recuerdos.