Fue una buenísima inyección (¡mucho mejor que la vacuna!) que me hizo "invencible" como aquel pastor que podría detener una rápida camioneta con mi espalda acorazada, mirar caras conocidas, inventar una canción para que “se vaya….el….”.... coronavirus (gracias hermano!). todo me hace reafirmar lo que tanto guardo en mi corazón a la gente querida de cursillos: Es que pertenecemos a una Gran familia, unida y perseverante, quienes muy contentos sabemos que tenemos un llamado especial que nos une, que el grupo de amigos es un taller de amor, que la oración es la verdadera vitamina “r” para que no te agarre el virus, que no debo quedarme solo: es que nadie se salva solo, juntos en racimo, que vamos esperanzados con la sabia nueva que participa, que el trabajo que se avecina es enorme pero que juntos podemos hacerlo. Confinados pero mejor confiados en el Señor, sí, el mejor de los amigos, que nunca nos dejará solos.
Los saludos a tantos, que lograron compartir, conocernos algo mejor y aprender en esta hermosa y maratonica ocasión, tengo algunos nombres que no dejaré para el olvido: Carmen y Leo de Santiago, Quena y Lalo, Gloria, Eliana S. de Osorno, María Teresa de Villarrica, Mónica y Pedro de San Bernardo, Silvia Barraza de Antofagasta, César y Elis de Los Angeles, Carmen y Leo de Santiago Oeste, Yoly Hurtado, Ximena Mondaca de Valdivia, Omar y Marta de la Serena, Claudia y César de Talca, Angela y Mirta de Iquique, Pablo y Alfonso de Los Angeles, Cada uno aportando, contando su experiencia, su cursillo, sus hermanos, sus cambios y novedades todo, todo muy novedoso. Agradecer e invitar a no perder el contacto, acompañar a nuestros dirigentes, a seguir perseverando. A seguir invitando, reencantando, uniendo y orando en un sólo corazón. Vamos chileno, sí se puede.
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