domingo, 1 de septiembre de 2019

-¿Dónde busco a mi candidato, paisa?

                                                                                                                                                                                                                               ¡Sabe paisa? quiero contarle una confidencia.
-Lo veo serio. Conversamos el otro día de la posibilidad de realizar su precursillo por vez primera.
-Es que no conozco a nadie. Y dos (y más serio aún....) es que no tengo palabras)
-No es fácil empezar. Te sugiero alguien familiar.
-No, no creo.
-Vecino cercano.-
-Tampoco, no nos hablamos.Apenas el saludo.
Pero un compadre, del sindicato, de la junta de vecinos o tu comunidad.
-Frio, más frio.
Pero algún amigo. Un jubilado de tu pega. o.....
.No, tampoco.
Ahí se me ocurrió cambiar el estéril interrogatorio, preguntando algo muy simple.

-¡Cuál es tu hobbie? ¡qué te gusta hacer en tus momentos de ocio? ¡a qué te dedicas en pocas palabras?
Sonríe, se le ilumina el rostro:
-Mi vida ¡es pescar! incluso me compré un bote! 
 Extraordinario ,,,,pero ¿tienes algunos amigos?
-Es que tenemos un club
 ¿Pero, serán dos o cinco?
-Chis si somos casi ¡cincuenta! exclama feliz....
-¿Seguro? verdad que son muchos?
 ¡Claro! y todos buena tela!
¡Oye y ¿ninguno de los cincuenta puede ir a conocer a Jesús, trabajar por él!. ¿vivir un cursillo, ser feliz?
- Mejor aún.....Tirar las redes, sembrar su palabra, darle sabor al mundo, llevar su luz por donde caminen?
-¿Ninguno de ellos puede cambiar y ser, por tu trabajo, esperanza y alegría ser "pescador pero ....de hombres?

Piénsalo. Bien vale la pena contribuir con un buen candidato que entiende claramente que para pescar hay que tener paciencia, trabajo, tiempo y oración.

No sonríe, medita, "parece que no me doy cuenta los que me rodean, los que necesitan a Dios, los que serán locomotoras.
Suspira, adivino que viene tiempo de trabajo y esperanzas".

-Nos vemos paisita!


Pidamos la gracia de recordar cada día que Dios no nos olvida, que somos sus hijos amados, únicos e irremplazables: recordarlo nos da la fuerza para no rendirnos ante los reveses de la vida (Tweet del Papa, 14 agosto 2019)

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