Todos somos Iglesia. Cada uno aporta los talentos recibidos para la mayor gloria de Dios. Si un miembro sufre, todos sufrimos por el. Si se alegra, todos lo hacemos. La oportunidad de compartir este encuentro me produjo dos hermosas muestras de cariño y entrega: Cecilia, con su problema de su brazo, en cabestrillo y en estos frios lugares de invierno como Pelequén, se hace notar el sacrificio pero ella está presta para concurrir y participar activamente. También la señora Carmen que nos acompaña y vive las alternativas del Discernimiento en que estamos empeñados en nuestra iglesia diocesana. Es verdad somos limitados, frágiles creaturas. Trabajamos para mejorar las fallas, nos preparamos mejor, aumentamos la oración y no perdemos la confianza. Hermosa y productiva jornada. Todos pudieron ser escuchados y entre todos queremos mejorar los procesos. Destacar por ello la figura de la mujer, puente, corazón y fuerza para nosotros y la Iglesia. |
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