Hace prácticamente cincuenta años vivimos una especial situación que ahora recuerdo con un personaje de mi Requínoa querido.
Trabajaba en la Oficina de San Miguel y aquel viernes me despedí del personal del banco por mi traslado solicitado provocando muchos cambios en mi vida: de oficina, de ciudad y de estado civil. El sábado era mi matrimonio y la carrera del "ultimo viaje en tren" para llegar ayudar organizar los últimos detalles de la fiesta.
Era la manifestación en "el Casino" o Gimnasio del pueblo, que tenía nada menos que el techo, sala y baños. Lo demás todo había que conseguirlo y llevarlo. En estos menesteres nos dedicamos con la familia: llevar cocina, refrigerador, mesas, sillas, plantas, vajilla y todo lo que hoy tienen los banqueteros que se dedican a estos menesteres. El sábado fué continuar con los detalles: la orquesta de los adornos, las plantas ornamentales, mesas y miles de detalles. Ufff!
El 11 Diciembre....ese día fué muy corto, con carreras, idas y venidas, hasta que mirando el reloj estábamos en los descuentos de la ceremonia religiosa en la Parroquia San José; eran las últimas carreras- dejamos la maquinaria sabatina y corrimos por un rato para alcanzar cada uno su casa, arreglarse y partir, eran los detalles pendientes y allí en pocos minutos y se me ocurre pasar donde el peluquero del pueblo don Guillermo; cosa rara está con ocho clientes en espera, entro, lo saludo y le explico "señor Jorquera, estoy de carrera, necesito un pequeño arreglo ya que me voy en breve a la iglesia".
Me sonríe y muestra como tiene la sala de espera.
-"pero un par de minutos, es para la mano de gato" apenas.
y allí se le ocurre: si los clientes autorizan le hacemos el
¡por favor!
-todos como tabla.....sonriendo por el novio que marcha al suplicio: ¡por supuesto!
llego a la Villa Jardín y veo un "choclón de encorbatados, trajes largos" de las damas, y mi abuelita Rosa quien me recibe con un buen puñete en el brazo como saludo cariñoso:
"y esta mierda, todavía no está listo, es el último, nosotros todos listos, ¡ya apúrate!
ducha, peinado, traje (era grueso de buena tela pero en verano....guauuu!) cinco minutos y vamos "a lo que Dios quiera".
tatantatán.....
Así comienza la historia de una nueva familia que este mes celebra cincuenta años juntos. Un record que siempre es difícil alcanzar y que muchos lograrán como nosotros y que nunca soñamos y tampoco imaginamos en celebrar bodas de oro-gracias a Dios y nuestros padres. Un dia once muy especial.
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