Estimados hermanos del Consejo Diocesano de Laicos:
Con
gran pena les cuento sobre la partida a la Casa del Padre de nuestro
querido amigo e integrante del Consejo (CDL), Mario Arias Navarrete, de
la parroquia de Graneros. La información me la entregaron hace unos
minutos las Hermanas de Cristo, religiosas presentes en Graneros. Al
parecer su muerte puede haber sido viernes o sábado, puesto que el
domingo fueron sus funerales. Triste circunstancia en momentos de
pandemia y de este distanciamiento físico que vivimos.
Nos
cabe solamente rezar por él, que Dios lo acoja con su inmensa
compasión y misericordia y lo premie por sus largos años de compromiso y
amor en la Iglesia parroquial y diocesana, y muy especialmente en este
Consejo. Que el Dios de la Misericordia lo llene de su presencia en la
vida eterna.
Fraternalmente.
muy triste la noticia. Tengo muy grabado cuando participamos en las
reuniones de nuestro Comité de Laicos y nos íbamos caminando hasta la
Alameda donde tomaba el taxi colectivo a su ciudad de Graneros. Momentos
claves para compartir ideas y sueños, siempre queríamos algo más pero
veíamos cristianos tibios (decíamos) y que deberíámos ser mejores y
entregados. Mario tenía gran compromiso en su comunidad (no tengo tiempo
me decía) y juntos "intentábamos arreglar el mundo" con nuestra
esperanza. Hoy, estará viviendo sin dudas y miedos junto al Padre que
tanto amó y trabajó en su Graneros querida. Un testimonio apreciado de
su vida y trabajo. Gracias Mario! te guardamos en el recuerdo con cariño
y también gartitud.
Gracias Quico por este perfil de don Mario, un hombre revestido de Dios, con un profundo amor por su Iglesia, sobretodo por su grupo los madrugadores que estuvieron en la ultima Asamblea que realizamos en Graneros. Estoy segura que el Eterno Padre lo tomo de la mano y Maria lo recibió en sus brazos de madre
ResponderEliminarUna persona muy especial, muy comprometido, tan suave en su trato.
ResponderEliminarYa estará gozando en la presencia de Nuestro Señor en la Jerusalén celestial.Estara siempre en nuestro corazón.