viernes, 1 de enero de 2016
-Soñábamos con una sandía.
Estábamos almorzando juntos, en el pequeñito casino de la oficina y el tema de conversación eran las frutas que iniciaban su entrada triunfal en la dieta nuestra: los primores de temporada. Cada uno se deleitó verbalmente con las jugosas y sabrosas sandías. Las primeras, carísimas, eran la promesa de que más adelante llegarían a engalanar nuestra selecta mesa.
Nadie se dio cuenta que silenciosamente "Oscarito" se retira del círculo de la conversación y a los minutos hace su entrada triunfal ante la sorpresa de todos: trae a dura penas dos gigantes sandías como regalo para todos los que soñábamos con su carne jugosa y fresca.
Así era nuestro colega, callado, respetuoso, dadivoso. Un buen recuerdo que guardamos con cariño y que ahora mostramos de nuestro baúl de imágines del ayer.
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