Ayer compartíamos la Escuela Mcc y escuchábamos a la querida Rosario
recordaba las palabras de San Juan y quedé pensando en ello:
"No son ustedes los que me eligieron a mí, sino yo el que los elegí a ustedes, y los destinados para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero. Así todo lo que piden al Padre en mi Nombre, él se lo concederá".
Estaba diciéndome a mi, estaba recordando mi cursillo, aquellos días tan especiales donde aceptamos la misión: "Cristo cuenta contigo".
Recordaba tantas cosas, recibimos mucho, entonces debo dar mucho, aprendimos más pero no basta con ello debo seguir cada día (sólo se ama lo que se conoce").
Quise quedarme con la idea del fruto, que debe ser duradero; por lo que debo trabajar permanentemente. Vivimos un proceso. El llamado es ser santo, es un trabajo de siempre, contínuo, aprendiendo, estudiando, actuando, amando.
Es seguir cuesta arriba, difícil, pero siempre será posible estando unidos, orando, compartiendo.
Nos despedimos con una imagen que guardé por tiempo. Estamos todos tan entusiastas, tan alegres, ¡qué bien que estamos aquí!
Allí veo a un tipo con un gozo incontenible. De pronto salta y nos mira desde la mesa. Está loco y sonríe. Grita de pronto a todo pulmón:
"Ahora, SÍ SOY FELIZ"!
No lo volví a ver más.
l
No hay comentarios:
Publicar un comentario