viernes, 5 de junio de 2020

pairino cacho, quédese en casa



ODA A LAS PALABRAS ANTIGUAS
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 Hay costumbres y fonemas
 que ya han caído en desuso;
 así, de modo confuso,
 las presento en este esquema:
 Ya no bautizan Zulemas
 ni tampoco Doralisas;
 no hay alforza en las camisas
 ni bombacha con bastilla;
 tampoco van las chiquillas
 con velo para la misa.

Nadie le teme a los rusos,
tampoco al viejo del saco,
 ya nadie sabe del Raco
 ni de las lluvias a chuzo.
 Mi pescadero compuso
los huesos de los vecinos:
 A falta de un buen choapino
 siempre bueno fue un gangocho.
 Cacharpeados pa’l dieciocho
 partíamos pa’l Causiño!

Ya no se usa la enagüilla,
 ni se enciende un buen brasero;
 la guagua con ombliguero,
 bien envuelta en la mantilla.
 No se usan las colillas
 cuando duele la cabeza;
 ni lavar ropa en l’artesa,
 con el agua de quillay,
 o los trenes a LlayLlay
 que mataban la tristeza.

 Ya no se pela a los reos
 ni tampoco al colegial
 (tratándolos por igual,
 los soltaban al recreo).
 Ya no se usa el guarda-peos
 (con permiso del lector)
 ni se desarma el colchón
 pa’ darle guasca a la lana
 para así, blanda la cama,
 ‘ta lista pa’ la función.

 Poco se usan los visillos,
 mucho menos, los postigos,
 las galochas, los abrigos
 o botón en los fundillos.
 Los soquetes al tobillo,
 suspensores con botón
 y de sombrero, un morrión
 que modera los coscachos
 y también los raspacachos
 al jugar paco-ladrón.

No se usa la bacinica
 (también llamada pelela)
 ni candelabros con velas
 ni comprar en la botica.
 No se oye a Lucho Gatica
 tampoco al cuate Negrete,
 los chistes de Firulete
 ni las comedias radiales.
 Añoro aquellas pascuales
 fiestas, tirando cuetes.

 Los pungas del vecindario
 eran nuestra policía:
 ningún fuerino podía
 cogotear en nuestro barrio.
 Pocos tenían canario,
 muchos, su gallinero,
 y molí con mucho esmero
 el chancado pa’ los pollos,
 en una piedra con hoyos
 que le llamaban mortero.

 Ya no se ve el trolebus
 ni relojes de bolsillo;
 ya no quedan conventillos
 ni puertas con tragaluz.
 No se raciona la luz,
 carne, leche o lo demás,
 ni le vienen a avisar
 que tiene usted telegrama,
 o que llegó, pa’ las damas,
 el Polvo de Solimán.

 Ya no hay carbonerías
 ni se conoce el emporio,
 las manguillas de escritorio,
 tampoco las mercerías.
 La góndola que tenía
 mi abuelo, pasaba en pana.
 Te llevaban a la cana
 si estrilabai contra el pulpo.
 La harina pa’ hacer el ulpo
 se tostaba en la callana.

 Les corrían sus coscachos
 a los cabros palomillas
 que s’iban a la capilla
 gritando: ¡Pairino Cacho!
 Y por montarse en el macho
 le aforraron un moquete
 a un gancho muy re catete
 que andaba botado a pucho;
 un soplamocos muy ducho
 lo dejó como un paquete.
 
 No se juega tres hoyitos,
 no se conoce el emboque,
 ¡qué decir del palitroque
 del trompo o de los chirlitos!
 Los pavos y chonchoncitos
 están pasando a la historia;
 descansarán en la Gloria
 igual que l’ hachita y cuarta.
 Ahora es tiempo que parta
 a encambuchar mi memoria.

AUTOR : nn

Si entendiste las palabras entonces eres población de riesgo... Quédate en casa!!

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