jueves, 14 de febrero de 2019

* el chirimoyo y el Mario

  El jefe era especial. Delicado y  cuidaba la cartera de clientes de manera acuciosa. 
¡Pobre del cuenta correntista que se equivocara en considerar los valores depositados como dinero disponible, de no rebajar la venta de cheques de su saldo o de otro movimiento que entorpeciera el saldo disponible del día! De inmediato era una “invitación a la oficina” para hacer presente tal desaguisado económico que contravenía las prácticas de una sana cuenta corriente, cumpliendo con las disposiciones de la Superioridad y de la Superintendencia de Bancos de Instituciones Financieras.
Y hé allí a mi buen amigo Mario, un joven simple, trabajador como pocos, pero que salía sorteado para este “super martes”: 
-¿me llamaba don Pablo?-
- si, tome asiento iñor, le quiero contar que he estado observando su cuenta esta mañana y le faltaba dinero.
-Si, me faltaba plata señor.
-Pero que le dije la otra vez-
-Si, usted me dijo….
-Que no podía girar en descubierto…
-Si, que no podía girar sin los fondos….
-Y que le iba a cerrar la cuenta…..
-Y que me iba a cerrar la cuenta.
La entrevista podía resultar muy larga y monótona ya que el tenor era exactamente el mismo. Uno presentaba la queja y el otro refrendaba todo sin variación alguna.
Detrás del tabique, nos apretábamos la guata escuchando la interminable cantinela- ya que era igual que escuchar una voz y su eco……
¡Inolvidable Mario! era como el actor y su muñeco que nos hacía revivir extrañas, jocosas y divertidas situaciones-
Hoy las recordamos con una rica sonrisa de aquellos brillantes y cariñosos años.                      

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