viernes, 5 de diciembre de 2014

-* Recordando a JAIMITO



No puedo olvidar increíbles historias que veíamos antes de estos tiempos modernos. La muerte de un pequeño tenía su propia ceremonia, se velaba en casa; se adornaba una mesa y en unas sábanas se colocaban estrellas, lunas y soles. Al  pequeño se le colocaba en una silla como un trono donde presidía su despedida. Varias veces vimos el extraño espectáculo en nuestro pueblo pero me quedó imborrable en el registro del disco duro. Era en el campo,  un momento de reunión de toda la familia quienes acompañaban a los dolientes siendo una verdadera fiesta de unidad. Estaba el angelito en su silla y la familia entraba y salía mientras algo se servían. Pero en la noche alguien entró a dar la vuelta donde nadie estaba y horrorizado  descubrió que había desaparecido, ya no estaba. Dando la voz de alarma empezaron todos a buscarle, más de alguno pensó en estos perros de moledera que no faltan, podrían provocar una tragedia en un minuto.
Asustados recorrieron las piezas y después las camas y allí sorprendieron a Jaimito, abrazadito al angelito durmiendo apaciblemente :”es que estaba tan heladito que lo acurruqué conmigo”.
Uno de los recuerdos de la infancia allá en la casa del cerro en los Boldos.

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