martes, 12 de marzo de 2019

4 del júbilo




Hay que comenzar a ganarse la vida "con el sudor de la frente"

Y comenzar fuerte: “alea jacta est”

Por ello es que de Victoria, nombre de mujer que inicia la historia de la vida laboral, lejana allá en la novena región- era un mundo diferente: nuevo lenguaje, otras comidas, otro clima: me decían: aquí hay dos estaciones, el invierno y la estación de FFCC- y parecía que así era. Después, intentar acercarse a casa- pasar a Santiago San Miguel, donde se multiplica la amistad- el trabajo y los buenos sueños- hay que buscar la persona con quien compartir todo el resto de la vida. Para llegar a cumplir sueños y anhelos, casarse por fin y radicarse definitivamente en Rancagua, la histórica ciudad, donde emulando a los patriotas: la consigna clara y precisa es “no rendirse jamás”, ésta es la historia verdadera. Más adelante, continuar  en la pequeña ciudad de Requinoa, con su “ventana prodigiosa”-que hacía mención al inicio, porque es como sentirse el hijo pródigo, que recorre caminos pero siempre vuelve a la casa del Padre. A veces no entendía porque retornar allá- misterios del Señor- era porque mi padre tendría que partir definitivamente y yo tendría la alegría de compartir más estrechamente. Algo inolvidable, todo tiene su razón de un porqué. Formar una familia lo mejor posible, bien constituida, una historia de amor que empieza a crecer con los hijos donde se irán multiplicando los afectos que se harán perdurables. Esto es historia rica y prolongada de cuarenta y tantos años de matrimonio- y que ha sido de todos estos años: vivir, trabajar, crecer, compartir.

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