jueves, 19 de noviembre de 2015
-abuelos 2
… El abuelazgo constituye una forma contundente de comprender el paso del tiempo, de aceptar la edad y la esperable vejez. Lejos de apenarse, sienten al mismo tiempo otra certeza que supera a las anteriores: los nietos significan que es posible la inmortalidad… Porque al ampliar la familia, ellos prolongan los rasgos, los gestos: extienden la vida. La batalla contra la finitud no está perdida, se ilusionan… Los abuelos miran diferente. Como suelen no ver bien, usan los ojos para otras cosas… Para opinar, por ejemplo. O para recordar. Como siempre están pensando en algo, se les humedece la mirada; a veces tienen miedo de no poder decir todo lo que quieren. La mayoría tiene las manos suaves y las mueven con cuidado… Aprendieron que un abrazo enseña más que toda una biblioteca… Los abuelos tienen el tiempo que se les perdió a los padres; de alguna manera pudieron recuperarlo. Leen libros sin apuro o cuentan historias de cuando ellos eran chicos… Con cada palabra, las raíces se hacen más profundas; la identidad, más probable. Los abuelos construyen infancias, en silencio y cada día… Son incomparables cómplices de secretos. Malcrían profesionalmente porque no tienen que dar cuenta a nadie de sus actos… Consideran, con autoridad, que la memoria es la capacidad de olvidar algunas cosas. Por eso no recuerdan que las mismas gracias de sus nietos las hicieron sus hijos. Pero entonces, no las veían, de tan preocupados que estaban por educarlos… Algunos todavía saben jugar a cosas que no se enchufan. Son personas expertas en disolver angustias cuando, por una discusión de los padres, el niño siente que el mundo se derrumba… La comida que ellos sirven es la más rica; incluso la comprada. Los abuelos huelen siempre a abuelo. No es por el perfume que usan, ellos son así… ¿O no recordamos su aroma para siempre? Los chicos que tienen abuelos están mucho más cerca de la felicidad…
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