domingo, 2 de noviembre de 2014

* sonrisas del alma

este pinpín es inolvidable (de "nada es suficiente" en preparación)



Al ocaso del dia, ocurría a veces, una cena tardía, donde quizás una opipara comida, daba en caminar bajo los amplios parrones que poseía la casona de Pablo Rubio 332. Tan amplia que vivíamos dos familias y un arrendatario, la famosa señora María que laboraba en esos años en el Matadero de Requinoa, lo que para nosotros era muy curioso. La veíamos tarde mal y nunca, pero se adivinaba su presencia por el particular perfume del tabaco que sería siempre su  infaltable compañía.
Una de esas tardes de verano y despúes de la cena inevitablemente salía mi padre a dar una vuelta por el sombrío parrón quizás a “despejar la conciencia” y en la quietud de la noche de verano, descarga unos sonoros y sonpresivos vientos -bueno nadie había alrededor- pero de  improviso se dibuja el resplandor de un pitillo y una cara iluminada de doña María quien inmutable y sin mediar comentario dice muy sencilla y simplemente:

" muy bien don Enrique, si no guarda plata, no guarde viento”

el recuerdo de aquella inesperada reacción siempre nos produjo a todos nosotros una genuina carcajada que nunca olvidaremos. Es que eran tiempos increíbles. 

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