Era
Fernando el perfecto comerciante,nuestro colega de trabajo que
siempre buscaba algo anexo con que ganar plata. Había pasado por
varios rubros intentando de pegarle “el palo al gato”. Una deuda
impaga que reclamaba hace tiempo, le dieron la posibilidad de aceptar
unos productos ya que la plata estaba escasa: una partida
melones-entre perderlo todo, los recibió en su camioneta cargada y
se dispuso a su venta, lo que también tiene sus bemoles y detalles.
Decidió
lo más sano, partir a la feria a verderlo a la brevedad, dado el
momento clave de estos productos, el buen precio que podía sacar,
recuperar lo que creía perdido y la posibilidad intacta de
desocuparse temprano mucho antes del mediodía.
Pero,
para poder vender había que tener permiso previo para instalarse en
un puesto, entonces se colocó “a la mala” a la vuelta de la
calle ofreciendo la mercadería y cosa curiosa no había demanda
menos algún interés. Allí descubrió que no le sería fácil esto
de inaugurar su pyme. Habrá que pagar el noviciado decía muy bien
nuestro buen amigo.
Ya corría más del mediodía hasta que llegó
su salvador, se presenta un tipo con una carretilla y comienza la
negociación que la unidad, que por el ciento, que por el total.
Entre quedarse todo el día aceptó un precio poco atractivo pero, en
veinte minutos podría irse a almorzar y este calor estaba tremendo y
el hambre también.
Empezó
el tipo a acarrear con su carretilla al camión que estaba a la
vuelta de la esquina y mi amigo veía como lentamente bajaba y bajaba
la carga de su vehículo- pagaré la colita que debo y me quedará
una ganancia que no la había considerado, decía mientras el tipo
acarreaba y volvía, hasta quedar el último montón y el tipo le
anuncia -vengo abuscar el resto y le traigo la plata.
Respiro
tranquilo, contaría los machacantes y partiría a la brevedad.
Allí
quedó esperando, ya se imaginaba la sabrosa cazuela de vacuno con
ensalada a la chilena y el buen ají verde, acompañado con ese rico
tinto “Macaya” que le haría olvidar parte de su regular debut en
las lides de la feria. Dibujaba una sonrisa que al llegar a casa le
esperaba el descanso "del guerrero" con la misión cumplida y la
platita en el bolsillo.
Demoraba
el tipo- bueno es el último montón, "que venga que venga que nadie
lo detenga..." pero, algo pasa, ya demora más de la cuenta “ voy a
ir a mirar la carretilla y el camión, quizás fué al baño”.......dá
vuelta la esquina y mira los camiones y peonetas bajando y vendiendo
productos..... pero el comprador suyo? y la carretilla? Y el camión?
¿Parece
que me hicieron leso?
Todavía
recuerda la cara del muscoloso simpático que acarreaba y acarreaba
apurado pero que olvidó la última carga.
No
hay caso “pastelero a tus pasteles”.
Bórrenme
altiro de la pyme que estaba pensando.
piricuico (Requínoa)
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