lunes, 5 de agosto de 2013

-Abuelitos de mi alma

CARTA A MIS ABUELITOS
Anónimo
Dicen que son mi abuelito y mi abuelita, pero ¿por qué llamarlos así si mis padres te llaman "Papi" y "Mami"? Yo también quiero llamarte Papá, Mamá. ¿Cuál es la diferencia? Tú también me amas, tú tambien me cuidas, tú también velas por mí y me proteges... Tú también me enseñas y me corriges...
A veces te hago travesuras, pero tu paciencia es muy grande. Otras veces aprovechándome de tu gran bondad, te pido y te exijo cosas que no le pediría a Papi y Mami, pero que sé que tú me las darás porque me consientes más. ¿Por qué Papá Dios te hizo Papá y Mamá dos veces? Si con una vez, era suficiente, pero creo que es porque tu amor es tan grande que no cabía en un solo Papá y una sola Mamá.
Sé que las arrugas que llevas en tu frente las llevas por las tantas veces que frunciste el ceño pensando en mí, evocándome en tu pensamiento. Sé que tus manitas tan llenas de callos y con las que me acaricias tan suavemente están así porque trabajaste duro para darme a mí, tu nietecito, un mejor futuro...
Sé que tienes muchas esperanzas en mí. Sé que piensas en mi bienestar y deseas verme feliz. Sé que me ves como tu propio hijo a pesar de que Dios me dió otro Papá y ese sí es tu hijo. Pero cada vez que me miras a los ojos y yo me puedo ver en tus pupilas, sé que tu mente se llena de recuerdos, de satisfacciones y de sueños.
Recuerdos de la niñez de mi padre y madre, cuando recién te estrenabas como papá y mamá.  Satisfacciones de ver los frutos de tu cosecha... Difícil fue la cosecha (con la crianza de tus hijos) pero hermosos los frutos (tus hijos y los hijos de tus hijos).
Y sueños... porque mi Padre y mi Madre han comenzado su cosecha, como la comenzaré yo algún día y tú mayor anhelo es vernos felices... Sueñas con poder llegar a ver lo que ha sido sembrado hoy. ¡Qué ojos más bellos Abuelito, Abuelita, cuando me veo reflejado en ellos!
Abuelito, Abuelita... hermosos viejecitos que llenan de alegría y cariño mi vida... no puedo más que repetir sus palabras, las palabras que a diario echas sobre mí: ¡Que Dios los bendiga a ustedes también, Abuelitos!

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