miércoles, 3 de abril de 2013

* a propósito de "Chirimoyo"

Allí estaba, dispuesta a la magia y yo necesitaba soñar. Lindo encuentro que aún añoro de mis años mozos.
A propósito de chirimoyo
guardar las vivencias es una necesidad

no serán famosas pero es una necesidad del espíritu poder contar los sueños e ilusiones de muchos años atrás. Que ¿cómo se inicia? Bueno, en el momento no se imagina uno lo que puede ocurrir.
Nuestro incipiente entusiasmo se inicia desde siempre, atraído por la comunicación en sus diversas formas y con las novedades del desarrollo.
Allá muchos años ya, me encerraba en el cuarto de los trastos viejos a descubrir una vida diferente, descubría montones de revistas americanas que hablaban de la segunda guerra mundial, impactantes fotos con las batallas más recordadas, mostraban el mar, las costas, los aviones y las ciudades destruidas–era sumergirse en la historia misma ocurrida hacía poco. Escarbando, revisando en los trastos viejos, botellas, envases, ropas y de un cuanto hay. Hasta que encontré una vieja máquina de escribir, pequeña, hermosa-fue una atracción instantánea, agregaría de magia y de deseo—descubrir los caminos de la imaginación; recorrerlos a lo largo y ancho.
Así, limpiando y soñando, intenté-ilusionado, con una hoja de cuaderno, viajar por la filas de letras que inmóviles y en fila- aguardaban contar cosas hermosas con que soñar, sucesos importantes que narrar, trivialidades que esculpir con las letras que formando palabras podrían contar historias, contar la vida, conocernos y entendernos mejor.
Pero no tenía la cinta, una ¡tremenda contrariedad!; sin embargo subsanable con una lata de betún de zapato negro y creatividad iniciamos juntos y emocionados el primer viaje con las pocas letras, signos y tipos que manejábamos. Empezar es la clave, es lo más difícil y darles alas a la imaginación: soñar es gratis y nos hace bien.
Así comenzamos con una “especie de informativo” que dada las circunstancias de vida y del momento se llamó “El Colegio” donde se pretendía contar las vivencias de un montón de estudiantes jovencitos que participaban en “crecer juntos”. Y como éste parecía una verdadera espiral de creatividad empezamos a tratar de hacer un teatro infantil donde elaborábamos con cierta “rigurosidad” algunas mini obras de carácter ilustrativo y de sonrisas.

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