Allí estaba, dispuesta a la magia y yo necesitaba soñar. Lindo encuentro que aún añoro de mis años mozos. |
A
propósito de chirimoyo
guardar
las vivencias es una necesidad
no
serán famosas pero es una necesidad del espíritu poder contar los
sueños e ilusiones de muchos años atrás. Que ¿cómo se inicia?
Bueno, en el momento no se imagina uno lo que puede ocurrir.
Nuestro
incipiente entusiasmo se inicia desde siempre, atraído por la
comunicación en sus diversas formas y con las novedades del
desarrollo.
Allá
muchos años ya, me encerraba en el cuarto de los trastos viejos a
descubrir una vida diferente, descubría montones de revistas
americanas que hablaban de la segunda guerra mundial, impactantes
fotos con las batallas más recordadas, mostraban el mar, las costas,
los aviones y las ciudades destruidas–era sumergirse en la historia
misma ocurrida hacía poco. Escarbando, revisando en los trastos
viejos, botellas, envases, ropas y de un cuanto hay. Hasta que
encontré una vieja máquina de escribir, pequeña, hermosa-fue una
atracción instantánea, agregaría de magia y de deseo—descubrir
los caminos de la imaginación; recorrerlos a lo largo y ancho.
Así,
limpiando y soñando, intenté-ilusionado, con una hoja de cuaderno,
viajar por la filas de letras que inmóviles y en fila- aguardaban
contar cosas hermosas con que soñar, sucesos importantes que narrar,
trivialidades que esculpir con las letras que formando palabras
podrían contar historias, contar la vida, conocernos y entendernos
mejor.
Pero
no tenía la cinta, una ¡tremenda contrariedad!; sin embargo
subsanable con una lata de betún de zapato negro y creatividad
iniciamos juntos y emocionados el primer viaje con las pocas letras,
signos y tipos que manejábamos. Empezar es la clave, es lo más
difícil y darles alas a la imaginación: soñar es gratis y nos hace
bien.
Así
comenzamos con una “especie de informativo” que dada las
circunstancias de vida y del momento se llamó “El Colegio” donde
se pretendía contar las vivencias de un montón de estudiantes
jovencitos que participaban en “crecer juntos”. Y como éste
parecía una verdadera espiral de creatividad empezamos a tratar de
hacer un teatro infantil donde elaborábamos con cierta “rigurosidad”
algunas mini obras de carácter ilustrativo y de sonrisas.
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