Era
ciertamente el más entusiasta en celebrar su propio onomástico y lo
organizaba con anticipación con el comestible y bebestible de manera
que nada faltara “que no se note pobrezas”.
Era el día de San
Juan y al interior del casino se veían las mesas bien pertrechas: el
pisco sour, el champagne y arreglado, los petite bouche y demases.
Trajinaba
la mañana de manera que todo resultara perfecto y San Juan es “sólo
una vez al año” y al celebrarlo quería unir a los colegas y
también agradecer.
En
la oficina, a la hora 12 del día, llegaba invariablemente a hacer el
depósito diario a la cuenta del Registro Civil, la Señora Sylvia-
la oficial civil,quien hacía las veces de notario en la localidad.
Intespestivamente mientras hacía la fila en la caja, se le acerca Juan- el Jefe Administrativo y
le solicita que la acompañe, hay un pequeño problema que es fácil
de subsanar de inmediato. Muy extrañada parte la Oficial Civil y acompañando descubre una mesa preparada con bocadillos variados y vasos y líquidos diversos, le anticipa que está celebrando su día onomástico y le agradece que lo acompañe en tan especial ocasión y
ofreciéndole una copa le dice:
-Salud
señora Sylvia, siempre quise tomarme un trago ante notario- gracias
y... ¡ al seco !
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